El problema enérgico en Argentina Imprimir
La voz del interior
Escrito por Salvador Treber   
Jueves 11 de Abril de 2013 00:00

Uno de los factores mas condicionantes del crecimiento económico es el de disponer una adecuada provisión de energía.

 

La primera gran fuente fue el carbón mineral pero es también el más contaminante de la atmósfera -en China todavía ocupa un lugar preferente.
Desde mediados del siglo pasado pasó a ser sustituido en alta medida por el uso intensivo del petróleo y sus derivados a los que luego se sumó el gas licuado. En ese momento se planteó una virtual carrera entre el natural incremento de la demanda y la ubicación de nuevos yacimientos, tanto en tierra como en las profundidades del mar. Del total de los ya localizados y cubicados en el planeta, el 57.3% se encuentran en los países árabes de Medio Oriente, siendo Arabia Saudita el principal exportador a nivel mundial. Los expertos evaluaron la probable evolución y consumo futuros, llegando en sus proyecciones y estudios que datan de la década de los años Ochenta (siglo XX).a que los mismos aseguraban su provisión por no más de cincuenta años.
Esa perspectiva, bastante inquietante, estimuló la búsqueda de nuevas fuentes alternativas. En tal sentido llegaron a suponer que la nuclear era ideal pues, salvo su alto costo inicial de investigación e implantación; a partir de allí la generación pasaba a ser la más económica e inagotable. Francia y Japón, que no cuentan con yacimientos petrolíferos dentro de sus respectivos territorios y por ello estaban obligados a apelar integralmente a la importación, se convirtieron de inmediato en líderes indiscutidos en su uso.
Las sucesivas explosiones ocurridas en el país nipón, revelaron trágicamente que todas las medidas para eliminar tales riesgos no habían suficientes para conjurarlo. Ello provocó en primera instancia la paralización de las que estaban en construcción; pero pasado el momento crucial, optaron por  terminarlas, aunque sin comenzar las que estaban proyectadas. Tal circunstancia explica que en 1990 aportaran el 8.8% de toda la producción energética del orbe y que para 2008 dicho uso sólo haya subido al 9.0%. Obviamente, se le perdió confianza.
Hace bastante tiempo hubo una importante novedad que aleja en algo la urgencia de encontrar otros medios de producir energía. Se trata de la localización de yacimientos sólidos adheridos a rocas profundas, llamados esquistos que después de un tratamiento especial pueden ser transformados en gas licuado. El único inconveniente es su elevado costo de obtención pero aleja, por lo menos hasta fin de siglo, el fantasma de su agotamiento. Para los argentinos constituye una doble bendición ya que, después de Estados Unidos, es el país que cuenta con las mayores reservas en el mundo.
El sector energético en Argentina.
Los imprevisibles hallazgos de petróleo en Comodoro Rivadavia (1907) fueron totalmente casuales pues lo que buscaban era una napa de agua subterránea para transformarla en potable. Hasta 1920 la fuente mas utilizada por amplio margen para generar energía era el carbón (63.5%); mientras el petróleo no había avanzado en forma considerable y sólo lo hacía en un modesto 14.3%. Durante la década siguiente fue muy importante la fundación de la Dirección de Combustibles líquidos a cargo del Gral. Mosconi, cuando la primera presidencia de Irigoyen llegaba a su fin. Casi al inicio de su segundo mandato, en 1928, ese organismo pasa a convertirse en la empresa estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales; pionera en su tipo en el mundo capitalista.
Las conferencias que su propulsor pronunció en México contribuyó decisivamente para adoptar igual criterio, que se tradujo en la creación de PEMEX (Petróleos Mexicanos S.A.) sobre la base de la expropiación de 17 empresas de capital privado, en su gran mayoría estadounidenses, que operaban en el país. Cabe destacar que lo hace monopolizando todo el proceso en manos del sector público y  que tal opción  se sigue manteniendo con firmeza.
La evolución en Argentina no fue monopólica pues se optó por compartir el mercado con otras extranjeras, cuyas actividades se concretaron en una serie de naciones. La producción, por su parte, se expandió de forma  tal que en 1972, la perforación y extracción permitieron cubrir el 65.1% de las necesidades totales y el gas aportó a ese efecto otro 19%. En los años subsiguientes incluso se comenzó a exportarlo a países vecinos.
Datan de entonces la significativa participación de la hidroelectricidad a través de la presa de El Chocón y el tendido de de las dos líneas de alta tensión que llevaron, tras un recorrido de 1.100 km, energía de esa fuente al Gran Buenos Aires. En cambio, la represa de Salto Grande demoró hasta 1981 su inauguración pese a que los diversos proyectos eran de la década de los años Cuarenta. Y.P.F. se convirtió en un verdadero símbolo nacional, pero ello no fue óbice para que en 1992 fuera privatizada.
Su adjudicatario fue la firma española Repsol que fue reduciendo sistemáticamente la búsqueda de nuevas reservas que compensaran las extracciones. Las 700 perforaciones anuales habituales cayeron verticalmente y al momento de ser reestatizado el 51.0% de su capital, las mismas llegaban apenas a 25. Obviamente, este tipo manejo provocó una fuerte caída en el volumen de petróleo y gas producidos. Resulta obvio que se trató de un virtual vaciamiento y, si alguna crítica debe hacerse al Gobierno Nacional, sería por haber tolerado y demorado tanto en frenar ese despojo.
La conducción actual estima que en los próximos cinco años deberán invertirse no menos de u$s 7.500 millones para revertir ese proceso. A la fecha ya se ha logrado, asociados a dos empresas privadas -una de capital nacional y otra estadounidense- los recursos para empezar a explotar el recientemente localizado yacimiento de Vaca Muerta. Se espera poder, en forma gradual, ir disminuyendo las importaciones que durante el año 2012 requirieron adquisiciones de petróleo y gas, respectivamente, por 2.9 y 4.0 mil millones. Una verdadera sangría...

Escrito por Salvador Treber - Profesor de Postgrado-FCE UNC
Viernes 12 de abril de 2012. La Voz del Interior.